Leo tenía seis años cuando murió a causa de un cáncer de pulmón. Su dueño, Andrés Dávila, había notado que su perro tenía dificultad para respirar pero lo atribuyó a la edad. “Lo notaba cansado y sin energía. Con mi mamá pensamos que ya estaba envejeciendo y no prestamos mucha atención”. Con el tiempo la condición de Leo fue empeorando. Perdió peso, no tenía apetito, su atención no era igual a la de antes. “Cuando vimos que empezó a cojear lo llevamos al veterinario porque pensamos que se había caído o golpeado y tenía alguna fractura”, recuerda Dávila.

Luego de hacerle varios exámenes, el médico les informó que su perro tenía metástasis de un cáncer que se había originado en el pulmón y se había extendido a otros órganos y a los huesos. No supieron la causa del desarrollo del cáncer.

El médico les sugirió intentar con quimioterapia para evitar que el cáncer se siga expandiendo. Luego de dos sesiones, sus dueños vieron que Leo estaba sufriendo y decidieron sacrificarlo días después. A finales del año pasado la Universidad de Glasgow, en el Reino Unido, publicó avances de un estudio en el que se muestra una relación directa entre las mascotas que viven con personas fumadoras con un alto riesgo de desarrollo de cáncer y sobrepeso. Si bien los hermanos Dávila nunca supieron de una causa para el desarrollo del cáncer de Leo, piensan que el hecho de que tanto él como su hermano y su padre hayan sido fumadores pudo haber contribuido.

“Sabemos que los fumadores pasivos pueden enfermarse, pero nunca nos imaginamos que los perros también absorben el humo”, comenta. “Hemos visto que los perros pueden absorber cantidades importantes de humo cuando viven en casas con personas que fuman. Nuestro estudio con gatos muestra que a ellos les puede afectar aún más”, indicó Clare Knottenbelt, directora de la investigación en un comunicado. Esto último, asegura, se da porque el humo se impregna en el pelaje de los gatos y estos se lamen constantemente. Entonces aumenta la cantidad de sustancias tóxicas que ingresan al organismo. Para Luis González, gerente general y médico veterinario en el Hospital Lucky, hay una diferencia entre la convivencia de las mascotas con los dueños en el Reino Unido y en el Ecuador.

“Aquí los perros no siempre viven dentro de la casa, en otros países el vínculo es más estrecho”, comenta. En el mismo estudio, se revela que en el caso de los dueños que fumaron lejos de sus mascotas, estas absorbieron una menor cantidad de humo, aunque todavía tenían cantidades importantes de nicotina en su pelaje. Si bien los carcinomas pulmonares son uno de los tipos de cáncer que pueden desarrollar las mascotas, estos representan apenas el 1% de los casos. Los angiosarcomas del hígado y el bazo y los melanomas en la piel son más prevalentes en las mascotas.

Perros y gatos pueden sufrir cancer por el cigarrillo

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Esteban Dávila, hermano de Andrés, también tenía un perro. Su nombre era Nacho, tenía tres años y era hijo de Leo. Cuando supieron de la enfermedad de Leo decidieron llevarlo al veterinario para conocer su estado de salud.

Encontraron un nódulo en el hígado de Nacho. Decidieron operarlo y en la biopsia encontraron que era un tumor maligno. Afortunadamente lograron extirparlo a tiempo por lo que el pronóstico de vida de Nacho era esperanzador. Luego de la cirugía tomó algunas sesiones de quimioterapia para asegurarse de que no quedaran células malignas. Pero las náuseas y vómitos que tuvo Nacho durante el tratamiento hicieron que sus dueños decidieran detenerlo.

El cáncer volvió al poco tiempo y fue más agresivo. El deterioro del animal fue rápido y falleció a los pocos meses. González explica que si bien el tratamiento con quimioterapia o radiación puede generar efectos secundarios, la calidad de vida de las mascotas mejorará. “Sucede lo mismo que con los humanos: se decaen, tienen náuseas, vómitos, debilidad, se cae el pelo…”. Estos efectos se pueden contrarrestar con medicación para el dolor y las náuseas.

“El problema es que cuando los dueños les ven así a sus mascotas se despechan y prefieren no continuar”, dice. La quimio, comenta González, puede darle hasta dos o tres años de vida a un animalito con cáncer frente a los seis meses a un año que tienen los que no se tratan.

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